“Las luchas que se produjeron a finales del siglo pasado en Angola y Namibia fueron verdaderamente un choque entre supremacistas”
Cubaencuentro, EEUU | 07/01/2013 10:26 am
El apartheid es el resultado de lo que fue, en el siglo XX, un fenómeno de segregación racial en Sudáfrica. Estuvo en vigor hasta los años noventa del siglo pasado en ese país. 1992 fue la última vez en que solo votaron los blancos. Implantado por colonizadores ingleses y holandeses (boers), como símbolo de una sucesión de discriminación política, económica y social, fue llamado así porque significa “separación” en afrikáans, lengua germánica, criolla del neerlandés, hablada principalmente en Sudáfrica y Namibia. Este sistema consistía básicamente en la división de los diferentes grupos raciales para promover el “desarrollo”. Todo este movimiento estaba dirigido por la raza blanca, que instauró todo tipo de leyes que cubrían, en general, aspectos sociales.
Por extensión se ha llegado a denominar también apartheid a cualquier tipo de diferenciación social dentro del contexto de una nación, mediante la cual un sector de la población tiene plenos derechos y otro sector se relega a un status de marginalidad.
Mientras la mayoría de los ciudadanos del país tienen restringidas sus libertades y derechos, una minoría privilegiada y los extranjeros pueden acceder sin límites a las opciones comúnmente generales en cualquier Estado de Derecho.
El concepto de apartheid se manifiesta en este caso en la prohibición al individuo común del derecho a disfrutar de centros turísticos y de salud exclusivos para extranjeros y personas vinculadas a la alta dirigencia de la nación; salida y entrada libre del territorio nacional, orientación sexual e identidad de género, posesión de medios de comunicación como la telefonía móvil, acceso a Internet y libertad de expresión del pensamiento; así como restricciones para el acceso a empleos teniendo la capacidad física e intelectual exigida para los mismos. Se antepone la obligatoriedad de pertenecer a instituciones político-ideológicas.
Analizada esta definición de lo que fue el apartheid en Suráfrica y que por extensión se ha llegado a generalizar dicho termino para categorizar a todos los países donde a sus ciudadanos le son restringidas sus libertades y sus derechos, nos lleva a considerar que las luchas que se produjeron a finales del siglo pasado en Angola y Namibia fueron verdaderamente un choque entre supremacistas. Unos que discriminaban a sus ciudadanos por el color de la piel y otros que los discriminaban por múltiples razones para conculcarle todos sus derechos. Dentro de este contexto podemos afirmar que los largos años de guerra donde murieron centenares de miles de personas en el África austral además de haber sido un enfrentamiento entre peones de la guerra fría, unos del Imperio Soviético como Cuba y otros de las potencias occidentales como Suráfrica, fue sin dudas una confrontación de intereses. No solo económicos, sino fundamentalmente de política interna de ambas naciones. Fue un choque entre “supremacistas duros”. Un choque como el de Gary Cooper y Burt Lancaster en el film Veracruz. Ambos imponiéndose según la rapidez con que desenfundaban sus Colt.45
Resulta increíble la similitud entre ambos supremacistas. Por ejemplo, la oficialidad de los supremacistas de África del Sur eran en su totalidad blancos y la oficialidad de los supremacistas procedentes de Cuba son todos militantes del Partido Comunista. (El que pierda su militancia en la UJC o el Partido en las FAR que se olvide de continuar su carrera militar.) No así los soldados de ambos bandos que provenían del servicio militar obligatorio.
Pero los supremacistas cubanos fueron mucho más lejos que aquellos supremacistas surafricanos ya extinguidos. En las Fuerzas Armadas Cubanas establecieron el ordeno decimotercero del Comandante en Jefe que prohíbe terminantemente la relación con familiares, así sean hijos, padres o hermanos que no tengan vínculos con la revolución. Es decir que los supremacistas criollos además de imponerse en las violaciones de los más elementales derechos humanos impusieron su supremacía en las relaciones internas de cada familia.
En África del Sur los negros no podían entrar en los hoteles o centros turísticos de los blancos. En Cuba los cubanos residentes en la Isla no podían hacer lo mismo y lo que era más vergonzante es que los cubanos ciudadanos norteamericanos o residentes en Estados Unidos sí podían hacerlo sin restricción alguna.
Los supremacistas surafricanos tenían un nivel de tolerancia un poco superior a los supremacistas cubanos ya que en el país austral los negros podían vender y comprar sus casas sin obstáculo alguno y podían comprar cualquier tipo de automóvil o motocicleta si poseían el dinero para hacerlo. Igualmente los negros sudafricanos podían salir libremente del país si cualquier nación les proporcionaba una visa para emigrar mientras que en Cuba los ciudadanos no pueden ni siguiera mudarse libremente en el interior del país
Los supremacistas cubanos mantienen todavía, sin ningún atisbo de cambio, la explotación de la mano de obra profesional exportada al extranjero, el control estricto sobre quienes pueden trabajar en compañías extranjeras radicadas en Cuba, quienes pueden tener acceso a la Internet y por supuesto, solo tienen derecho a expresar sus criterios y controlar toda la prensa radial y escrita los supremacistas en el poder. El resto de la población cubana continúa sufriendo el mismo apartheid de hace medio siglo.
Solo la destrucción de todo el tejido económico, social y moral del pueblo cubano por esta absurda y medieval política y el continuo acercamiento al “precipicio” que auguró Raúl Castro los ha obligado al cambio, no el que se necesita para salir de una vez y por todas del caos y el retroceso, pero por lo menos han cambiado de supremacistas duros a light.
Con los supremacistas light los cubanos de la Isla pueden ahora vender o comprar casas, pueden comprar automóviles viejos de uso, pueden entrar en los hoteles y hasta abrir un restaurante, o reparar calzados o relojes por cuenta propia.
El apartheid en Suráfrica duró 46 años, en Cuba ya lleva 53 años. Sudáfrica se le adelantó a Cuba en 23 años para acabar con estas injusticias. Pero vamos por buen camino quizás en otras 23 primaveras nos empatamos.