“Siguiendo la corriente a dos orates. Fidel Castro busca desaparecer a gran altura, y ahí está Marte para culminar su obra”
Cubaencuentro, EEUU | 07/08/2012 7:48 am
Dice Hugo Chávez que Fidel le dijo que estaba preparando un viaje a Marte. No sé por qué esto me suena que está haciendo las maletas para honduras. Destino que no tiene nada que ver con el país centroamericano sino más bien con dimensiones cúbicas.
El Comandante no puede aceptar de ninguna manera que al consumir el último kilometraje que le queda en este mundo lo metan tres varas bajo tierra. Él tiene que desaparecer en la altura, a gran altura, y ahí está Marte para culminar su obra.
El único problema radica en cómo lograr sobrepasar la primera y segunda velocidad cósmica. Me explico: estas no son más que las velocidades que hay que imprimir a los cuerpos para que orbiten alrededor de la Tierra o bien escapen de su campo gravitacional y no vuelvan jamás.
Para obtener la primera velocidad cósmica, hay que igualar las aceleraciones propias de un cuerpo con movimiento circular y la debida a la gravedad, obteniéndose una velocidad de aproximadamente 8 kilómetros por segundo. (letra C en el diagrama).
Para obtener la segunda velocidad cósmica, o velocidad de escape, hay que anular la energía mecánica del cuerpo, por lo que se igualan las energías cinéticas y potencial, obteniéndose una velocidad de 11,181 metros por segundo. (Letra E en el diagrama)
Para velocidades inferiores a la primera velocidad cósmica, los cuerpos caen a la superficie vencidos por la fuerza de la gravedad (Letras A y B). Para velocidades intermedias, el cuerpo dibujaría trayectorias elípticas volviendo al punto de origen (Letra D). Para velocidades superiores a la segunda velocidad cósmica, la trayectoria será cada vez más abierta.
Yo sabía que el Comandante andaba en algo de esto desde que comencé a leer en sus “Reflexiones” algunas tiradas sobre la Teoría de la Relatividad de Einstein y otros temas astronáuticos. Se corren rumores, no sé si fue en el programa de Ninoska Pérez Castellón o en el de Edmundo García, de que Raúl en su último periplo por China y Rusia había tallado por indicaciones de su hermano que cualquiera de las dos potencias lo incluyeran en alguno de sus vuelos.
Los rusos y los chinos se ofrecieron gustosos, según la fuente que prefirió permanecer en el anonimato, pero había un solo problema. Los vuelos que están programados solo tienen previsto mantenerse en la primera velocidad cósmica, es decir en la que utilizan los satélites y los transbordadores actuales, por lo que el comandante no podría obtener la velocidad de 11,181metros por segundo y escapar al espacio que lo llevaría a Marte. Esto haría que se quedara en la primera velocidad cósmica y estaría virtualmente cayendo todo el tiempo. Para que se entienda mejor; esa condición que se produce dentro de las naves espaciales, donde ustedes ven a los astronautas flotando todo el tiempo, se da porque al igualar las aceleraciones propias de un cuerpo con movimiento circular y la debida a la gravedad al obtener una velocidad de aproximadamente 8 kilómetros por segundo el artefacto no es que caiga hacia la Tierra, atraído por la fuerza de gravedad, sino que se queda cayendo todo el tiempo alrededor de la Tierra.
Según la propia fuente, Raúl explicó a chinos y rusos que Fidel necesitaba salir libremente al espacio rumbo a Marte y que eso de caer constantemente era una condición inaceptable para un líder que ya se cayó una vez frente a todo el mundo, en un acto público que lo dejó marcado para siempre con las caídas y los tropezones.
Los chinos inmediatamente llamaron a los cerebros económicos que tienen argollados a la Reserva Federal de Estados Unidos con su deuda, para consultarles los costos así como los “riesgos y recompensas” del proyecto que les presentaba Raúl. La respuesta fue rápida: para imprimirle más velocidad al comandante se necesita una inversión muy costosa que China no está en capacidad de financiar.
El problema se resolvió a las pocas horas cuando Fidel, conociendo la respuesta de Hu Jintao, llamó rápidamente a Hugo Chávez y éste, disciplinado como siempre, se comprometió en financiar los cohetes extras que se necesitaban para impulsarlo al espacio sideral en dirección a Marte.