“Pinochet dejó bien señalado el camino y por ahí marcha el ya no tan nuevo Presidente cubano.”
Cubaencuentro, EEUU | 18/05/2012 11:29 am
Me disculpan si utilizo el léxico militar en este artículo. Carl von Clausewitz aseguraba que la guerra es “la continuación de la política por otros medios” y en ocasiones para los que cuya misión es la de prepararse para defender el país y no para dirigirlo y gobernarlo hay que hablarle en los términos que mejor conocen.
Creo que todos entenderán perfectamente los conceptos que voy a utilizar pues ya sea en el arte militar, en los negocios, en la política y en cualquier aspecto de la vida social incluyendo las relaciones de mercado están presentes principios básicos de procedimientos que no deben ser ignorados.
El meollo de la cuestión orbita siempre alrededor de prestar atención a cómo otros pueden reaccionar si escogemos hacer una cosa u otra. Esos “otros” puede ser cualquiera que sea un sostén, un partidario, un oponente o un enemigo y está dado por los intereses de cada cual.
Analizar cómo esos intereses pueden coincidir o chocar es fundamental para determinar el posible resultado final de cualquier decisión. Por lo que para tener la mejor idea de cómo reaccionarán “los otros” se requiere en primer lugar conocer lo que esos otros creen de la situación en que se encuentran y lógicamente lo que quieren. Si esto se logra determinar con la mayor exactitud posible, cualquiera puede hacer un pronóstico bastante cercano de lo que harán “los otros”. Por lo tanto, si se puede predecir qué pasaría, también se puede cambiar esa predicción alterando lo que las gentes creen y lo que quieren.
Raúl Castro, con sus famosas asambleas, alentó e indujo a la población a que expresaran todas sus creencias y críticas que consideraran necesarias para salir del caos en que se encuentra el país. Con el resultado de estas asambleas, el actual Presidente se encontró con un cuadro bastante complicado. Tener que combatir en dos frentes simultáneamente:
Primer Frente: Cómo cambiar lo que la gente cree.
Segundo Frente: Cómo solucionar lo que la gente quiere.
La dirección principal de la ofensiva tenía que ser acometida en el primer frente para cambiar lo que la gente cree, aunque simultáneamente realizaran ataques secundarios en el segundo frente.
En primer lugar porque la mayoría del pueblo cubano cree que el régimen implantado por Fidel Castro ha sido un rotundo fracaso. Digo el régimen de Fidel Castro porque los cubanos también saben que el Partido Comunista de Cuba es una fantasía que nunca ha decidido nada en Cuba y su objetivo ha sido única y exclusivamente aparentar apoyo ideológico al caudillo.
La dirección principal de la ofensiva tenía que ser esta, porque si se fracasa en cambiar lo que la gente cree, el ejército completo se desmorona siendo arrasados por el propio caos creado por ellos.
De ahí que las divisiones que cubren este primer frente tienen las misiones inmediatas de:
– Anunciar que se “actualiza el socialismo” (no importa que lo que ha existido en Cuba nada tenga que ver con socialismo y mucho menos con marxismo).
– Anunciar que se cambiarán leyes obsoletas que no corresponden a la realidad actual (tampoco importa que ya los cubanos venían violándolas constantemente).
– Culpar de los fracasos a los “burócratas”.
– Enmascarar la idea de maniobra con Congresos y Conferencias de un PCC del que no se acordaron en más de una década.
– Incrementar el lobby en las entrañas del “monstruo” utilizando a los tontos útiles que le hacen el juego
– Suministrar los artículos de oficina que necesite el retirado Comandante para que se entretenga escribiendo predicciones apocalípticas.
– Montar en el último vagón de la retaguardia a la Iglesia y su Papa para que no sufra ninguna baja, pero que pueda al mismo tiempo darle la bendición a los combatientes ( por supuesto bien escoltados con todos los hierros, incluidos los de los camilleros de la Cruz roja cubana).
En fin que este primer frente no es fácil. Requiere de muchos movimientos estratégicos y fundamentalmente de los ataques en la dirección secundaria para poder calzar la ofensiva en esta dirección.
En la dirección secundaria de cómo solucionar lo que la gente quiere se vislumbran diferentes movimientos operativos y tácticos.
– Que los ciudadanos puedan vender y comprar automóviles.
– Que se puedan vender y comprar viviendas.
– Entregarle parcelas de tierras en usufructo a campesinos.
– Autorizar el ejercicio privado de ciento y tantas especialidades de servicio.
– Permitir pequeños negocios de restaurantes y alojamientos a turistas.
Y para enmascarar algunos movimientos tácticos se nota el empleo de proyectiles para crear algunas cortinas de humo sobre próximas reformas migratorias.
Durante el inicio de las acciones combativas no podrá haber “concentración de propiedad” eso podría cambiar, aunque en aras de la cohesión y la “soberanía nacional” mientras no se apague el ultimo fogonazo el Alto Mando mantiene la “concentración del poder”.
La mayoría de los “cubanólogos” se preguntan: ¿Y cuál modelo es el que esta gente pretende aplicar?
Hay muchos que dan por sentado que la actual Administración cubana pretende seguir los caminos de China y Vietnam. Nada más lejos. Pero ese es un tema completo para otro artículo. El modelo a aplicar muy pocos se lo imaginan y basta con ser un poco observador.
La respuesta a esta interrogante nos la brinda el general retirado de la KGB Nicolai Leonov. Personaje muy brillante que muchos catalogan como el oficial que reclutaría a Raúl Castro desde antes del Moncada cuando ambos navegaban a bordo del crucero italiano “Andrea Gritti”, rumbo a la Habana regresando a la Isla tras haber participado en la constitución del Comité Internacional Preparatorio del IV Festival de la Juventud que se celebraría en agosto (1953) en Bucarest, Rumania.
Lo del reclutamiento no se ajusta a la realidad. La KGB no utilizaba este tipo de método con personas que fueran ya comunistas sino con los objetivos que pudieran contribuir en su enfrentamiento con Estados Unidos y Occidente. Es decir, académicos, profesionales de distinta índole y otras personalidades necesarias en esta guerra secreta de la inteligencia. Raúl Castro para esa época militaba ya en el PSP (viejo Partido comunista cubano).
Es incuestionable que Leonov con su carisma y sangre ligera influenciara grandemente en el actual presidente de Cuba y fuera uno de sus principales mentores durante mucho tiempo. No en balde Raúl fue de los primeros en poseer las memorias de Leonov publicadas en 1995 bajo el titulo Tiempos difíciles (Moscú: Relaciones Internacionales).
¿Por qué menciono a Leonov? Veamos un fragmento de esta conferencia y diálogo que sostuvo en el Centro de Estudios Públicos de Chile el 22 de septiembre de 1998.
En la charla con los participantes uno de ellos hizo la siguiente pregunta:
— Usted decía que Salvador Allende fue un revolucionario. Al mismo tiempo, tenemos el caso de Augusto Pinochet, que para muchos también fue un revolucionario por los cambios económicos que introdujo en Chile. ¿Quién diría usted que fue más revolucionario en Chile: Salvador Allende o Augusto Pinochet?
— Nosotros siempre consideramos revolucionario al que cambia radicalmente el régimen existente, sea desde las posiciones de izquierda o de derecha. En este caso, el general Pinochet también fue revolucionario, porque él cambió el rumbo de las cosas en Chile. Conservador es el que mantiene la tendencia, el que se preocupa por conservarla. Augusto Pinochet no fue un conservador.
América Latina está llena de revolucionarios, de un lado y de otro. Y como les decía hace poco, creo que el nombre más mentado ahora en Moscú es el del general Pinochet. A mis anfitriones les he pedido que me ayuden a entender la esencia del proceso chileno, el que fue engendrado en los años de la administración de Pinochet y que después se desarrolló y convirtió a Chile en uno de los países que goza de mayor respeto fuera de América Latina. En mi tierra piensan que éste es un paraíso, capitalista, floreciente; con gente contenta, satisfecha, sin problemas internos. Yo quisiera que ustedes me dijeran qué hay que hacer para lograr eso.
Como decimos nosotros, recordando a veces el refrán chino: los resultados son la mejor prueba de la justicia de uno u otro político; solamente juzgamos por los resultados finales.
A veces en el Arte Operativo militar una dirección secundaria en la ofensiva puede convertirse en principal. Si los ataques secundarios en el segundo frente destinado a “Cómo solucionar lo que la gente quiere” tienen éxitos, no duden de que los segundos escalones y la reserva se utilice para romper en esa dirección y penetrar hasta la profundidad.
Ni China ni Vietnam. Pinochet dejó bien señalado el camino y por ahí marcha el ya no tan nuevo Presidente en funciones.
El Alto Mando cubano sabe perfectamente que la variante China y de Vietnam no son aplicables en Cuba aunque hayan demostrado ser efectivas elevando el estándar económico y el bienestar de aquellos asiáticos. No es lo mismo estar al otro lado del planeta que en el traspatio del “Imperio” y si el Comandante retirado tuvo la magistral habilidad de vivir a costa de otros durante más de medio siglo, los que emigraron huyendo de aquello tuvieron también la habilidad de alcanzar un elevado poder económico y político que le amarra las manos a cualquier Administración norteamericana para aceptar una variante asiática.
Desgraciadamente el fatalismo geográfico se impone. Ya todo el poder económico y político está en manos de los militares y sus descendientes también castrenses. Para cuando la biología termine con los pocos obstáculos que quedan. Los revolucionarios que señalaba Leonov emergerán redentores.
Al final no fue en balde el emblemático regalo de Fidel Castro a cada uno de los oficiales chilenos que nos visitaron durante el Gobierno de Allende para después derrocarlo. Los AK-47 con las chapas de oro grabadas con su firma parece que sellaron la suerte de aquella nación salvándola del desastre y a su vez, ahora en reciprocidad, ceden el modelo a seguir a los que en la Isla han fracasado en todos sus experimentos de ingeniería social.